Odio es una palabra que está en todos lados, especialmente en estos tiempos donde se usa como etiqueta que sin pensar se suelta.

Se denigran estados emocionales que poco tienen que ver con el odio. Es más, en ocasiones se usa solo para describir sentimientos negativos que se experimentan pero que no son odio, se usa para enfatizar algo que incomoda pero no es odio como tal.

Hablemos de esta palabra para que la elimines de tu lenguaje.

La ira es del momento, el odio no

La ira y el enfado son emociones que todos hemos sentido en un momento u otro. Suelen estar provocados por una situación que nos molesta, nos inquieta o nos fastidia tanto que nos genera frustración.

Sin embargo, dado que la ira es una emoción primaria, por lo general nos deja tan pronto como llega. La ira y el enojo generalmente no persisten, por lo que no «nublan» nuestro estado emocional por mucho tiempo.

Cuando estamos enojados, es probable que hagamos algo para desahogar ese enojo, por lo que muchas veces una acción es suficiente para eliminarlo de una vez, o al menos reducir su intensidad. Por lo tanto, la ira suele ser una emoción espontánea y de corta duración.

El odio es también una respuesta cognitiva que moldea y moldea nuestro pensamiento y nuestras actitudes. La ira suele originarse en las partes más primitivas del cerebro, mientras que el odio se origina en nuestra racionalidad y emociones.

La ira es gasolina, el odio un tumor

La ira, aunque es una emoción humillante y muchas veces se describe como negativa, puede proporcionarnos ciertos beneficios. De hecho, tiene una dinámica extraordinaria, por lo que puede impulsarnos a actuar para defender nuestros derechos o escapar de situaciones que nos lastiman.

El odio nos impide ver la luna detrás de nuestros dedos

Un estudio realizado por la Universidad de Amsterdam muestra que estamos más inclinados a odiar a individuos o grupos que a lo que ellos hacen. El odio es un carácter estable que surge de las percepciones negativas de ciertas personas que inmediatamente se convierten en el objeto de nuestra ira, el chivo expiatorio de todo nuestro malestar y frustración.

De hecho, estos psicólogos admiten que “el odio puede ser tranquilizador y de autoconservación porque simplemente envía un mensaje que ayuda a confirmar las creencias de las personas sobre un mundo justo”. , deficiencias y errores. Es por esto que se promueve el odio a nivel social, porque es un mecanismo a través del cual se enturbia el razonamiento de las masas, mientras se desvía su atención de los verdaderos responsables, incapacitándolas para comprender toda la complejidad de la situación.

Equipo Psiquiatras Online

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