En general, se conoce que los efectos del cáncer y de todo el proceso que implica la enfermedad causan un impacto profundo en el paciente que lo padece.

 

El cáncer no sólo afecta al paciente oncológico, sino además es determinante cómo influencia en la estabilidad de cada uno de los miembros de la familia, en especial cuando hay una persona que es el apoyo principal del paciente.

 

Hay casos en que un familiar debe hacerse cargo por mucho tiempo del paciente, acompañarlo en sus tratamientos e incluso duplicar sus funciones cotidianas. El sistema familiar pasa a ser un protagonista fundamental en todo el proceso de la enfermedad.

 

Los miembros que más se ven afectados con todo este proceso pasan por períodos esperables de rabia, enojo, frustración, falta de control, adaptación y readaptación, entre otros.

 

Ciertas familias tienen una base más vulnerable a las crisis recurrentes de la enfermedad que otras y la confrontan con sentido de desesperación, ambigüedad, reflejando en una interacción disfuncional y conflictiva dentro de los miembros de la familia.

 

El apoyo y la contención que el grupo familiar le pueda otorgar al paciente es indiscutiblemente un factor protector para sobrellevar este proceso y para mejorar la calidad de vida. Cuando la dinámica familiar es sana, se hace más fácil el proceso de adaptación, la conjunción de roles y por ende la búsqueda de un nuevo equilibrio ante esta situación de crisis de uno de sus miembros.

 

Por ende, sería fundamental que los miembros de la familia estén alertas para poder establecer medidas preventivas frente a las dificultades de salud mental que pueden repercutir incluso en el cuidado del enfermo.

 

De esta manera, si usted como cuidador o familiar de una persona que padece cáncer presenta alguno de los siguientes síntomas de manera frecuente y en ocasiones siente que la situación ya está fuera de su control, consulte con un psiquiatra o psicólog@.

 

  • Ansiedad o angustia
  • Sensación de cansancio y agotamiento
  • Dolores de cabeza o nuca
  • Reacción exagerada ante pequeñas molestias
  • Problemas de salud que antes no sufría o empeoramiento de antiguas dolencias
  • Problemas de concentración
  • Rabia hacia el enfermo
  • Sentimientos de culpa arraigados
  • Insomnio o hipersomnia
  • Pensamientos negativos recurrentes

 

Equipo psiquiatrasonline.com

 

 

 

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