¿Existe una verdadera diferencia de género detrás de las preferencias de color?

Las sociólogas Olga Savinskaya y Anastasia Cheredeeva de la Escuela Superior de Economía de la Universidad Estatal de Investigación de Rusia concluyeron que la preferencia de color es solo una característica del género aprendido. En su artículo de 2018 «¡Cómo los jardines de infancia pueden servir como ‘jardines de género’!» en el Journal of Social Policy Research.

Argumentan que, de acuerdo con las normas sociales establecidas, la «socialización de género» comienza en la primera infancia. La identidad de género de un niño está estrechamente relacionada con factores externos como la ropa y el comportamiento «normal». En la vestimenta, según las normas culturales, se atribuyen colores específicos a niños y niñas. En otras palabras, las ideas sobre los colores «apropiados» se transmiten al niño.

Savinskaya y Anastasia Cheredeeva argumentan que incluso los recién nacidos están dotados de «atributos orientados al género», citando el formulario de alta del hospital de maternidad para niñas colocado en sobres rosas. A las niñas en edad preescolar «se les enseña a usar rosa porque la sociedad dicta que el color está asociado con imágenes femeninas». Una madre citada en el estudio confirmó: «El rosa es el color favorito de mi hija».

Viendo otro punto de vista

Un estudio de 2007 realizado por los investigadores de la Universidad de Newcastle Anya C. Hurlbert y Yazhu Ling publicado en Current Biology respalda la idea popular de que los hombres y las mujeres difieren en sus preferencias de color. Los investigadores encontraron que las mujeres prefieren el rosa «o al menos un azul más rojo» que los hombres.

Anya Herbert dice:

«Si bien esperábamos encontrar diferencias de género, nos sorprendió lo robustos que eran dada la simplicidad de nuestra prueba».

Se pidió a hombres y mujeres jóvenes (171 hombres británicos blancos) que eligieran su color preferido lo más rápido posible de una serie de rectángulos emparejados. En general, estas diferencias fueron suficientes para predecir el género de los participantes. Para investigar si la biología o la cultura eran más influyentes, los investigadores también evaluaron a un pequeño grupo de chinos. Los resultados fueron similares, apoyando la hipótesis de que las diferencias de sexo pueden tener un componente biológico. Los resultados mostraron que el color más popular era el azul.

Anya Hurlbert especula:

«En nuestros días de ‘sabana’, naturalmente preferiríamos un cielo azul claro porque indicaba buen clima. El azul claro también indicaba buena agua».

«Además de eso, las mujeres prefieren el extremo rojo del eje rojo-verde, lo que cambia ligeramente su preferencia de color del azul al rojo, lo que tiende a hacer que el rosa y el lila sean los colores preferidos en comparación con otros colores», agregó.

Los investigadores sugieren que la explicación se remonta a las sociedades de cazadores-recolectores, cuando las mujeres que eran recolectoras primarias podrían haberse beneficiado de la capacidad de reconocer frutos rojos maduros.

Anya Herbert comentó:

«La evolución puede haber llevado a las mujeres a preferir el rojo: frutos rojos, salud, cara roja. La cultura puede haber explotado y exacerbado esta preferencia femenina natural».

Los investigadores planean modificar la prueba para bebés pequeños para estudiar más a fondo los roles respectivos de «naturaleza y crianza» en la preferencia de color.

Equipo Psiquiatras Online

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