Ser padre es algo con lo que nadie nace. De repente, un día eres así. Tienes que aprender a ir con la corriente. Aprende de los errores que cometas, aprende de la forma en que se comunica, aprenda del tiempo que pasan juntos y aprenda de sus hijos.

Una vez que tu hijo sea diagnosticado, te sentirás aliviado al saber qué le sucedió y por qué. Sin embargo, no es momento de relajarte y pensar que ahora que tienes el diagnóstico y está en manos de los expertos, tu trabajo en su evolución no importa. Porque ahí es cuando realmente comienza la parte difícil.

A partir de ahí, los padres se convertirán en verdaderos expertos, tecnólogos y profesionales, expertos en tecnólogos de modificación cognitivo conductual, capaces de trabajar con sus hijos para mejorar el rendimiento y ayudarlos a tener oportunidades. Corrija y aprenda de sus errores en el momento en que su hijo enfrente un problema, antes o después de que suceda.

Lo que le pasa a los niños con TDAH

  • Ni escuchan ni se fijan.
  • Se olvidan, no retienen o pierden la información sobre lo que hay que hacer.
  • No esconden las normas.
  • Saben muchas cosas pero no son capaces de terminarlas, estando encima de ellos para encontrarlo.
  • Contexto, situación, no les sirve para controlar, no les llega información que hay que hacer que espera de él en ese momento.
  • Lo primero que dicen es lo que piensan, lo primero que hacen es lo que piensan.
  • Todos los estímulos les agradan y no saben configurar filtros para enfocarse solo en lo relevante y apropiado para la situación.
  • No pueden dedicar mucho tiempo a una tarea que implique trabajo mental.
  • No aprenden a través de las consecuencias.
  • No anticiparon lo que sucedería. No evalúan las consecuencias de sus acciones.
  • No saben que pueden recordar el pasado y saber actuar.
  • El castigo no les ayuda a aprender a portarse bien.
  • No tienen tiempo de espera, ni tiempo para reflexionar antes de actuar.
  • Cuanto más necesitan permanecer quietos, más perturbados se vuelven.
  • No conocen el tiempo y no lo regulan: o caminan muy rápido en tareas que deben hacerse despacio, o caminan muy despacio en tareas que pueden hacer rápido.

Si todo esto les sucede en cualquier tipo de tarea: acicalarse, limpiar, ordenar, alimentar, cooperar en casa, ni hablar de hacer los deberes, la dificultad aumenta cuando las emociones positivas y negativas están presentes al mismo tiempo. Entusiasmo, alegría, frustración, cansancio, ira, miedo… Las emociones los invaden y desbordan, complicando la situación del niño y del adulto que intenta ayudarlo.

Equipo Psiquiatras Online

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