Las autolesiones son el acto de hacerse deliberadamente daño a sí mismo. Cortes, quemaduras, golpes, rasgaduras y heridas son las más comunes.

 

Por lo general, cuando las personas se autoagreden no tienen la intención de suicidarse, pero están en mayor riesgo de atentar contra su vida si no reciben ayuda.

 

Las autolesiones son formas dañinas y poco adaptativas de hacer frente al dolor emocional, angustia y rabia que se siente. En otras palabras, es un modo de manejar emociones muy intensas o intolerables que necesitan ser disminuidas y rebajadas.

 

Este método es inadecuado, pero supone un alivio inmediato -aunque temporal- para la persona. Después de haberse autolesionado, la persona comienza a sentir culpa y vergüenza, reapareciendo los sentimientos dolorosos y siendo necesaria una nueva autoagresión para aliviar el dolor.

 

Es por esta razón que las autoagresiones son un ciclo. Generan alivio y culpa al mismo tiempo y la persona depende de ellas para sentirse mejor.

 

¿Cuándo se recurre a las autolesiones?

 

Las autoagresiones se relacionan con la dificultad de hacer frente o procesar sentimientos y emociones. Existen diversas razones para recurrir a éstas:

 

  • Liberar la tensión provocada por sentimientos que abruman o sobrepasan
  • Sentir alivio frente a dificultades interpersonales
  • Bloquear recuerdos difíciles
  • Autocastigo por algún fracaso o sentimiento de inutilidad
  • Sentir que tienen el control sobre algo
  • Mostrar a los demás que se necesita ayuda

 

Señales: ¿cuándo alertarnos?

 

Aquellas personas que se están autoagrediendo pueden mostrar señales como:

 

  • Heridas que no sanan o empeoran
  • Heridas siempre en el mismo lugar
  • Cicatrices sospechosas
  • Uso reiterado de parches
  • Aislamiento cada vez mayor
  • Evitar actividades sociales
  • Usar ropa de manga larga o pantalones, aún cuando hace calor
  • Negarse a usar camarines o baños para cambiarse de ropa en el colegio
  • Guardar objetos afilados y tenerlos cerca

 

 

Otras señales a tener en cuenta

 

No sólo las heridas o conductas autolesivas visibles son indicadores de que algo no anda bien. Hay otras señales de advertencia que también son indicios:

 

  • Sentimientos de desesperanza o no tener razones por las cuales vivir
  • Sentir que se sufre por un dolor del cual no se puede salir
  • Sentimientos de responsabilidad sobre todo lo malo que sucede
  • Sentirse una carga para los demás
  • Aumento de consumo de alcohol y/o drogas
  • Bajo ánimo y energía
  • Baja autoestima
  • Desesperanza
  • Ansiedad
  • Pérdida de interés por las cosas que antes se disfrutaban
  • Irritabilidad
  • Aumento de la rabia o ira

 

Siempre que  observes estas conductas en tu hijo, algún familiar o incluso algún conocido, ¡es hora de consultar con un especialista! Es normal que no estés seguro de hacerlo, pero es necesario y puede ser el primer paso para empezar a sentirse mejor.

 

El objetivo es aprender diferentes estrategias de afrontamiento, de manera de no necesitar recurrir a las autoagresiones para aliviar el dolor emocional.

 

 

Sofia Gilchrist  Psicóloga  adolescente – adulto Joven

Equipo Psiquiatras Online

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