La autoestima no se destruye de golpe. A menudo, se desgasta poco a poco, a través de decisiones que parecen insignificantes, pero que repetidas en el tiempo, te alejan de ti. Elegir quedarte en lugares que no te hacen bien, callarte cuando querías hablar, ignorar tus necesidades, compararte constantemente… son pequeñas elecciones que terminan afectando cómo te ves y cuánto te valoras.
Cuando te abandonas sin darte cuenta
Muchas personas no notan que su autoestima está herida porque no hay una causa clara o un trauma específico. Solo sienten que ya no confían en sí mismas, que se critican con facilidad, que han dejado de sentirse capaces o suficientes. Y al mirar atrás, lo que encuentran son pequeñas renuncias: a su opinión, a sus límites, a sus deseos.
Cada vez que eliges agradar en lugar de ser honesto, que te exiges más de lo que puedes, que pospones tu autocuidado o que te hablas con dureza… tu autoestima se resiente. No porque seas débil, sino porque necesitas recordar que tu valor no se construye desde la autoexigencia, sino desde el respeto por ti mismo.
Volver a ti a través de elecciones conscientes
Sanar la autoestima implica empezar a elegirte. No en grandes gestos, sino en lo cotidiano. Pregúntate: ¿Esto me acerca o me aleja de lo que quiero? ¿Esta decisión me honra o me reduce? ¿Estoy actuando desde el miedo o desde el amor propio?
Cuidar tu autoestima es también aprender a corregir con ternura. A validar tus emociones, a decirte “estoy haciendo lo mejor que puedo”, a volver a ti cada vez que te descuidas. No se trata de perfección, sino de presencia.
Si sientes que algo en ti se ha ido apagando y no sabes cómo reconectar contigo, agenda una hora con nosotros. Te ayudamos a reconstruirte, desde decisiones más conscientes y amorosas.
Equipo Psiquiatras Online
