Hay silencios que calman, que dan paz. Pero también hay silencios que duelen. Son esos que aparecen cuando se callaron palabras importantes, cuando nadie preguntó cómo estabas, cuando tú mismo tuviste que guardar lo que sentías porque no había espacio para expresarlo. Esos silencios se convierten en heridas no resueltas que pueden acompañarte por años sin que te des cuenta.
La mayoría de las personas subestiman el poder del silencio emocional. Tal vez fuiste esa persona que, de niño, aprendió a no incomodar. A no llorar en voz alta. A no hablar de lo que le pasaba por dentro porque en casa nadie lo hacía. O tal vez fuiste el adulto que tuvo que callar un dolor por miedo a perder a alguien, o por no romper una relación. Esos silencios no se olvidan: se alojan en el cuerpo, en la ansiedad, en el insomnio, en la dificultad para conectar con los demás.
¿Qué hacer entonces cuando el silencio pesa más que las palabras? Lo primero es reconocerlo. Nombrar ese silencio. ¿Qué palabras no pudiste decir? ¿Qué verdades guardaste por años? Nombrarlas no es revivir el dolor, es comenzar a sanarlo. A veces, solo decir “nunca me escucharon” ya abre una grieta por donde puede entrar la luz.
Luego, es importante encontrar un espacio seguro donde puedas hablar. Y no se trata solo de hablar con cualquier persona, sino con alguien que sepa escuchar sin juzgar, sin interrumpir, sin minimizar tu historia. Un terapeuta puede ayudarte a recuperar la voz interior que fue silenciada, a darle sentido a lo que viviste y a integrar ese silencio como parte de tu historia, no como una carga.
Sanar un silencio no resuelto también implica validar tu necesidad de haber sido escuchado. No eras débil por querer hablar. No eras exagerado por sentir tanto. Lo que callaste era importante, y sigue siéndolo hoy. Puedes empezar a expresarlo de a poco: escribiendo, hablando contigo mismo, compartiéndolo con alguien de confianza o en un proceso terapéutico.
Si sientes que hay un silencio que te duele, que te pesa aunque no se vea, es posible que haya una herida no cerrada. Y sanar esa herida puede ser el inicio de una nueva etapa en tu vida. Estás a tiempo de hacerlo. Si necesitas hablar, nosotros estamos aquí para escucharte.
Agenda una hora con nosotros y comencemos juntos este proceso.
Equipo Psiquiatras Online