A veces no entiendes por qué te cuesta tomar ciertas decisiones, por qué postergas cambios importantes o por qué repites patrones que ya te hicieron daño. No siempre es miedo, inseguridad o falta de claridad. Muchas veces, lo que sabotea tu presente son promesas internas que hiciste sin darte cuenta. Promesas que hiciste de niño, en momentos difíciles, y que hoy —sin saberlo— sigues cumpliendo.
Estas promesas no son acuerdos conscientes, sino conclusiones emocionales nacidas del dolor. “Nunca más voy a confiar en nadie”, “Voy a demostrar que puedo solo”, “No voy a ser como mi madre/padre”, “Tengo que proteger a todos”, “Nunca dejaré que me vean débil”. Son pactos invisibles que firmaste para sobrevivir emocionalmente… y que hoy te impiden vivir con libertad.
Promesas que nacieron del dolor, no de la elección
Cuando somos pequeños y vivimos situaciones de abandono, rechazo, exigencia o humillación, el cerebro necesita protegernos. Y una forma de hacerlo es creando reglas internas: comportamientos, pensamientos o actitudes que supuestamente nos mantendrán a salvo. El problema es que esas reglas se quedan grabadas como verdades absolutas, incluso cuando ya no las necesitamos.
Por eso hay personas que no pueden confiar, aunque quieran. Que no logran pedir ayuda, aunque la necesiten. Que no se permiten descansar, disfrutar, enamorarse, cambiar. Porque dentro de sí mismos hay una promesa que dice: “si haces eso, volverás a sufrir”. Y la mente, que cree estar protegiendo, sabotea cada intento de avance.
Estas promesas internas actúan en silencio. No se ven, pero condicionan. Hacen que tomes decisiones desde el deber, no desde el deseo. Que repitas vínculos que te confirman tu visión de mundo, aunque duelan. Que seas leal al pasado, pero infiel a ti mismo.
Romper esas promesas es un acto de liberación emocional
El primer paso para romper estos pactos internos es reconocerlos. Preguntarte: ¿qué reglas sigo cumpliendo que ya no tienen sentido? ¿Qué juramentos hice, y a quién se los hice? ¿Qué parte de mí aún cree que necesita protegerse de algo que ya pasó?
En terapia trabajamos para identificar esas promesas, entender su origen, y permitirte reescribirlas desde tu yo adulto. Porque ya no eres el niño que necesitaba defenderse. Hoy puedes cuidarte desde la conciencia, no desde la repetición.
Y romper una promesa interna no es traicionar tu historia: es honrarla de forma distinta. Es decirle a tu pasado: “Gracias por protegerme, pero ahora elijo otra forma de vivir”.
Equipo Psiquiatras Online