La fortaleza ha sido glorificada hasta volverse una exigencia. “Tienes que ser fuerte”, “no te puedes caer”, “tú siempre puedes con todo”. Tal vez has escuchado esas frases tantas veces que ahora te cuesta permitirte lo contrario. Pero ser fuerte todo el tiempo no es sostenible. Y aprender a soltar esa armadura también es una forma de sanar.
El costo de sostenerlo todo en silencio
Ser fuerte no debería significar ignorar el dolor, reprimir el llanto o seguir funcionando cuando estás al límite. Pero para muchas personas, eso es precisamente lo que se ha normalizado. Se convirtieron en los pilares de todos, los que resuelven, los que no se derrumban… pero por dentro están rotos, agotados o vacíos.
A veces, esa necesidad de fuerza constante viene de heridas antiguas: traumas no hablados, entornos donde mostrarse vulnerable era castigado, o roles familiares donde no había espacio para caerse. Así, poco a poco, aprendes a callar, a seguir, a resistir… hasta que el cuerpo o la mente ya no aguantan más.
La verdadera fortaleza también incluye llorar, parar y pedir ayuda
Dejar de ser fuerte no es volverte débil, es empezar a ser honesto contigo mismo. Es poder decir “no puedo”, “esto me duele”, “necesito ayuda”, sin sentir vergüenza. Pregúntate: ¿qué me impide mostrar lo que realmente siento? ¿Qué historia me conté sobre lo que significa ser fuerte?
Comenzar a sanar pasa por permitirte soltar. Por rodearte de personas que no te exijan rendir siempre. Por abrazar tu humanidad, no solo tu rendimiento. Hay mucha valentía en dejar de aparentar que todo está bien cuando no lo está.
Si sientes que llevas demasiado tiempo siendo fuerte para todos, pero nadie ha sido fuerte para ti, puedes agendar una hora con nosotros. Aquí no necesitas demostrar nada. Solo llegar, y ser tú.
Equipo Psiquiatras Online