Hay personas que viven haciendo promesas. Se comprometen con todo, dicen que sí a lo que les piden, juran cambiar, ayudar, estar… aunque por dentro se sientan agotadas o ni siquiera estén seguras de querer hacerlo. No prometen porque tengan malas intenciones. Prometen porque, de alguna forma, creen que así se ganan el afecto, el valor, o el derecho a ser queridos.
Prometer como estrategia para merecer amor
Prometer se convierte, en estos casos, en una forma de validación. Es como si el amor y la aceptación solo llegaran a cambio de algo: esfuerzo, sacrificio, entrega incondicional. Muchas personas crecieron en entornos donde se sentían valiosas solo cuando cumplían expectativas ajenas. Así aprendieron a ofrecerse enteras para no ser abandonadas.
Con el tiempo, este patrón se vuelve desgastante. La persona se compromete más de lo que puede, se siente culpable si no cumple, y termina con una constante sensación de insuficiencia. Porque aunque cumpla, siempre parece que falta algo más. El problema no está en la promesa que no se logró cumplir, sino en la herida que te hizo creer que necesitas dar demasiado para ser suficiente.
Aprender a decir menos y cuidarte más
Salir de este ciclo implica aprender a poner límites, a respetar tus tiempos, y a aceptar que no tienes que demostrar tu valor a través de compromisos constantes. Puedes empezar preguntándote: ¿Esta promesa nace de mi deseo o de mi necesidad de ser aceptado? ¿Qué pasaría si no me comprometiera? ¿Quién sería yo sin estar siempre cumpliendo?
Decir “no puedo”, “hoy no”, o “necesito pensarlo” puede generar miedo al principio, pero es un acto profundo de amor propio. Poco a poco, te darás cuenta de que las personas que realmente te quieren no necesitan promesas exageradas, solo presencia genuina.
Si te sientes atrapado en este patrón, si prometes más de lo que puedes sostener solo para sentirte querido, podemos ayudarte. Agenda una hora con nosotros. Sanar esta herida es posible.
Equipo Psiquiatras Online
