Cuando se hace un examen de conciencia, se elige a un chivo expiatorio para que lleve las culpas y así liberar las responsabilidades. Para los casos de las familias, la persona para que cargue con este sol se ata de modo injusto y normalmente se ve obligado a cargar sobre los hombros el peso de la ira y vergüenza, frustración, culpa que se proyecta en otros.

Perfil psicológico de quienes son usados como chivos expiatorios

Cuidador, protector

Son niños que por lo general brindan atención emocional y/o física a sus padres. A menudo se ven obligados a desempeñar el papel de amigos, terapeutas, enfermeras e incluso parejas. No solo asumen las responsabilidades del hogar que corresponden a sus padres, como cocinar o cuidar a los hermanos menores, sino que también tratan de solucionar los problemas que surgen en la familia. Se encargan de las crisis, toman decisiones en nombre de sus padres y gestionan el día a día de la familia.

Rebeldes

No todos los niños están dispuestos a desempeñar el papel de chivo expiatorio en un hogar narcisista. Algunas personas son capaces de reconocer que se trata de una familia disfuncional y objetar el trato injusto y los intentos de señalar con el dedo y asumir la responsabilidad.

Sin embargo, si bien son lo suficientemente perspicaces para comprender que la familia los está usando como chivos expiatorios, no tienen las herramientas psicológicas para lidiar con eso, por lo que terminan expresando esos sentimientos de impotencia y frustración a través de comportamientos desafiantes.

Perfeccionista

Durante los primeros años de vida, los padres son las principales figuras de apego de los niños, por lo que no es de extrañar que necesiten y busquen su amor y aprobación. Como resultado, algunos niños intentarán luchar contra la imagen del chivo expiatorio cambiando la forma de pensar de sus padres.

Estos niños recurren a evitar las críticas y los reproches de sus familias. Desarrollan patrones de comportamiento perfeccionistas y un deseo de lograr lo mejor en diferentes áreas para contrarrestar las narrativas negativas construidas a su alrededor y ganarse a sus padres.

Víctima eterna

Algunos niños que fueron chivos expiatorios de sus familias terminaron aceptando las palabras tóxicas. Interiorizan las palabras de sus padres, haciendo suyas la culpa y la culpa. Como resultado, estos niños viven con abuso emocional y negligencia, lo que les impide desarrollar una fuerte autoestima y confianza.

Con demasiada frecuencia, el camino hacia la curación es complicado porque implica reconocer que las personas que se supone que deben cuidarlos, amarlos y protegerlos en realidad los están utilizando para proyectar sus miedos, inseguridades e inmadurez. Sin embargo, para aquellos que se convirtieron en chivos expiatorios en la infancia, nunca es demasiado tarde para comenzar a amarse a sí mismos y desarrollar una autoestima saludable, establecer límites de protección y reemplazar los patrones de afrontamiento desadaptativos aprendidos con autoconciencia y autocompasión.

Estos casos en ocasiones deben tratarlos con el psicólogo, si conoces o fuiste parte de algo similar, no dudes en pedir hora.

Equipo Psiquiatras Online

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