Los estudios han demostrado que el estrés afecta los nervios que controlan la musculatura corporal, aumentando así el riesgo de padecer contracturas musculares y dolores. El estrés puede reducir los umbrales del dolor y prolongar la sensación de malestar, generando una actitud negativa hacia el dolor y disminuyendo la confianza en uno mismo para controlarlo.

Cuando estamos estresados, los músculos de la espalda tienden a contraerse, como una respuesta del cerebro a la situación estresante, el estrés puede alterar el funcionamiento de los nervios musculares y afectar otros aspectos fisiológicos como la presión arterial y la frecuencia cardíaca.

Fases del estrés

El estrés se desarrolla en tres fases: alarma, resistencia y agotamiento. Es crucial manejar los problemas de espalda en cada etapa para evitar complicaciones. El dolor cervical asociado al estrés tiende a empeorar al final del día, mientras que el dolor de cabeza puede manifestarse ocasionalmente, agravándose con niveles más altos de estrés.

Para prevenir el dolor de espalda por estrés, es recomendable realizar ejercicio físico para mejorar la fuerza, flexibilidad y estabilidad del cuerpo. El pilates es especialmente beneficioso, ya que trabaja tanto la musculatura profunda como la periférica y ayuda a reducir el estrés. Mantener una postura correcta durante el trabajo y practicar técnicas de relajación también son útiles para restablecer los niveles de energía y controlar el estrés.

La fisioterapia es una opción efectiva para el tratamiento del dolor de espalda causado por el estrés. Ayuda a fortalecer la musculatura y favorece la adopción de posturas adecuadas, promoviendo la movilidad de la columna vertebral de forma segura.

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