Hay personas que llevan toda la vida siendo fuertes. Las que no lloran, las que no se quiebran, las que siempre están para los demás. Aplaudidas por su entereza, admiradas por su resistencia, pero poco vistas en su vulnerabilidad. Porque cuando todos te consideran “el fuerte”, ¿a quién le puedes decir que ya no puedes más?
La fortaleza sin espacios de descanso termina siendo una carga silenciosa.
La presión de no caer nunca
Ser fuerte se convierte en una identidad que cuesta dejar. Aprendes a callar lo que duele, a resolver sin pedir ayuda, a reprimir emociones para que nada se note. Pero lo que no se expresa, se acumula. Y aunque por fuera todo parece estar en orden, por dentro hay una tensión que no se suelta. Insomnio, fatiga, malhumor, ansiedad… señales de un cuerpo que ya no puede con tanto.
Estar bien no es aguantarlo todo. No es vivir desconectado de las emociones. Estar bien es poder hablar, pedir ayuda, descansar sin culpa, llorar si hace falta. Es reconocer que la verdadera fortaleza no está en resistir todo, sino en saber cuándo parar.
También tú mereces ser sostenido
A veces lo más valiente es admitir que estás cansado. Que también necesitas cuidado. Que llevas tanto tiempo conteniendo a todos que olvidaste cómo contenerte a ti mismo. En terapia trabajamos con muchas personas que han sido fuertes toda su vida, y que ahora se están permitiendo soltar. No para dejar de ser quienes son, sino para poder vivir con más ligereza.
Puedes seguir siendo fuerte. Pero una fuerza distinta. Más humana, más conectada con tu mundo interno, más libre. Una fuerza que también se permite pedir ayuda.
Si has llevado todo en silencio, este puede ser el momento de empezar a hablar. Y estamos aquí para escucharte.
Equipo Psiquiatras Online


