Muchas veces creemos que ser fuertes es callar lo que sentimos. Que es mejor tragarse la rabia, ignorar la tristeza o tapar con sonrisas lo que por dentro nos duele. Pero la realidad es otra: lo que no se expresa, se acumula. Y lo que se acumula, enferma. Reprimir emociones no nos protege, al contrario, nos vuelve más vulnerables.
Las emociones no desaparecen, se transforman
No hay emoción que se borre por completo. La rabia contenida se vuelve migraña crónica, la tristeza negada puede transformarse en fatiga constante, y la angustia silenciada instalarse como insomnio, taquicardias o trastornos digestivos. Las emociones necesitan un canal, no un candado. Lo que no se dice, se aloja. Y muchas veces el cuerpo termina siendo el receptor de todo eso que no se pudo verbalizar.
El problema es que culturalmente se nos ha enseñado a “aguantar”, a “no exagerar”, a “seguir adelante” como si no pasara nada. Pero cada vez que haces eso, tu sistema nervioso interpreta que estás en peligro, y activa mecanismos de defensa que a largo plazo deterioran tu salud. No es debilidad llorar o hablar con alguien; es prevención. Es salud mental en acción.
Sanar es un acto de valentía, no de debilidad
Buscar ayuda no te hace menos fuerte, te hace más sabio. Reprimir parece una estrategia para sobrevivir, pero no es una forma de vivir. Cuando decides hablar de lo que sientes, cuando te das el espacio de comprender tus emociones, estás empezando a soltar esa carga que llevas desde hace tiempo. Y aunque duela, el alivio llega. Porque lo que se nombra se puede sanar.
Si sientes que algo dentro de ti ya no puede más, si tu cuerpo está hablando a través de síntomas inexplicables, tal vez sea momento de mirar hacia dentro. En nuestro equipo, estamos para acompañarte sin juicios, con respeto y comprensión. No esperes a que tu cuerpo te obligue a parar. Agenda tu cita y hagamos este camino juntos. Equipo Psiquiatras Online