Has aprendido a sonreír cuando todo va mal. A decir “estoy bien” aunque por dentro estés en ruinas. Te has vuelto experto en aparentar que todo está bajo control. Cumples con tus responsabilidades, respondes mensajes, haces lo que se espera de ti. Pero cuando estás a solas, algo se quiebra. Sientes ese vacío. Esa tristeza que no puedes explicar. Esa angustia silenciosa.
Y es que estar bien no siempre es lo que parece. A veces, solo aprendiste a fingir.
La máscara emocional como mecanismo de defensa
Muchas personas se vuelven funcionales desde el dolor. Siguen adelante porque no tienen otra opción. Porque se les enseñó que mostrar emociones era signo de debilidad. Porque aprendieron que hablar de lo que sienten incomoda a los demás. Así que se adaptaron. Callaron. Se blindaron. Pero por dentro, el malestar sigue creciendo.
Esta desconexión emocional puede llevarte al agotamiento, a la tristeza crónica, a no reconocerte más. Porque vivir fingiendo te aleja de ti mismo. Y aunque nadie lo note, tú sí lo sabes. Sabes que estás en automático. Que algo te falta. Que ya no puedes seguir así.
Mostrarte tal como eres también es valentía
No tienes que seguir fingiendo. No tienes que llevar solo lo que te duele. Abrirte, hablar, pedir ayuda no te hace menos fuerte. Al contrario, requiere más valentía que seguir ocultándolo todo. La terapia es un espacio donde puedes quitarte la máscara sin miedo. Donde no necesitas demostrar nada. Donde puedes simplemente ser.
Allí, puedes redescubrirte. Recuperar tu autenticidad. Reconectar con lo que sientes y necesitas. Porque mereces una vida donde no tengas que fingir estar bien para que los demás te acepten. Merezcas o no merezcas ayuda —que sí la mereces—, lo importante es que puedes recibirla.
Si estás cansado de sostenerte desde la fachada, es momento de mirarte con honestidad. Y de empezar a sanar desde lo real.
Equipo Psiquiatras Online
