Estar solo no significa estar vacío, hay soledades que duelen, pero también hay otras que curan, la mayoría de las personas teme quedarse consigo mismas porque asocian la soledad con abandono, tristeza o fracaso.
Pero no siempre es así.
Estar solo es una forma de volver a escucharte, de encontrarte sin el ruido de los demás.
Comprender los distintos tipos de soledad te permite dejar de huirle y aprender a habitarla con serenidad, sin miedo ni culpa.
No toda soledad es igual
Hay una soledad que pesa y otra que libera, la primera llega cuando te sientes desconectado, incluso rodeado de gente, es la soledad emocional, esa sensación de no ser comprendido, de estar presente sin pertenecer, se da en relaciones vacías, amistades superficiales o en rutinas que ya no te llenan. Esa soledad duele, y si no la miras de frente, termina en tristeza profunda.
Existe una soledad necesaria, la que el alma busca para descansar, la soledad elegida, la que te da espacio para pensar, sanar y reconectar contigo. En consulta, muchos pacientes descubren que no están deprimidos, solo necesitaban silencio.
Aprender a reconocer cuál de los tipos de soledad estás viviendo sirve para no confundir el aislamiento con la introspección.
Cómo hacer de la soledad un lugar habitable
Deja de huirle al silencio, no llenes cada momento libre con distracciones, aleja el teléfono un rato, da un paseo solo, escucha tus pensamientos, eso al principio incomoda, pero después se siente liberador.
La soledad elegida se vuelve sana cuando la usas para conocerte: qué te gusta, qué necesitas, qué te hace bien.
Ten vínculos genuinos, no significa aislarte del amor ni del mundo, es rodearte de relaciones que sumen, no que llenen vacíos, disfruta la compañía de otros sin perder la tuya.
Equipo Psiquiatras Online


