• Augusto Leguía Sur 79, of. 407, Las Condes, Santiago de Chile

El hambre emocional: cuando el vacío no se llena comiendo

Comer es una necesidad básica. Pero a veces, lo que se busca en la comida no es nutrición, sino consuelo. Hay momentos en que el cuerpo no tiene hambre, pero el alma sí. Se abre la nevera buscando algo que calme la ansiedad, el aburrimiento, la tristeza o la soledad. Y aunque se coma, el vacío permanece. Porque no era hambre física. Era hambre emocional.

Este tipo de hambre no se siente en el estómago, sino en el pecho. No responde a horarios ni a necesidades biológicas. Aparece de golpe, tras una discusión, un rechazo, un día estresante o una sensación de vacío existencial. Es urgente, impulsiva, y suele llevarte a comer más de lo que necesitas… para después sentir culpa, frustración o desconexión.

Comer para calmar lo que no sabes nombrar

El hambre emocional es una forma de autorregulación. La comida actúa como anestesia: ofrece alivio inmediato, pero no resuelve el fondo. Y si se repite como patrón, termina generando un círculo vicioso donde se come para no sentir, pero luego se sienten culpa y vergüenza, lo que lleva a más desconexión emocional… y más comida.

Este comportamiento no tiene que ver con falta de voluntad. Tiene que ver con heridas emocionales no resueltas. Muchas personas aprendieron desde pequeñas que la comida era consuelo: les daban dulces cuando lloraban, o premiaban con comida en lugar de validar emociones. Así, se construyó una relación afectiva con la comida: comer calma el cuerpo, intenta calmar la soledad, la tristeza o la ansiedad.

Además, vivimos en una cultura que no enseña a gestionar emociones, pero sí a taparlas: “no llores”, “sé fuerte”, “anímate”. Entonces, cuando se sienten emociones intensas, no sabemos qué hacer con ellas. Y una de las salidas más rápidas (y socialmente permitidas) es la comida.

Aprender a nutrirte más allá del plato

Sanar el hambre emocional no implica dejar de comer lo que te gusta, ni vivir en restricción. Implica empezar a reconocer qué estás sintiendo cuando aparece ese impulso. Preguntarte: “¿Realmente tengo hambre o quiero calmar algo?”, “¿Qué estoy necesitando ahora que no tiene que ver con comida?”

En terapia, trabajamos para ayudarte a identificar los disparadores emocionales, construir herramientas de autorregulación más saludables, y aprender a diferenciar entre hambre real y emocional. Porque mereces tener una relación con la comida que sea libre de culpa… y una relación contigo que no dependa de anestesias.

Si sientes que comes para no sentir, que hay un vacío que no logras llenar o que tu cuerpo está pagando por lo que tu alma no sabe pedir, no estás solo. Y puedes aprender a alimentarte desde otro lugar.

Equipo Psiquiatras Online


Agenda aquí
  • ONLINE
  • PRESENCIAL
× ¿Necesitas ayuda?