Hay dolores que no vienen del cuerpo, provienen de lo que llevamos dentro, sientes presión en el pecho, un nudo en la garganta, o un cansancio que no se explica con exámenes médicos. Y no, no estás imaginando cosas, es tu cuerpo hablando lo que el alma calla.
La somatización emocional ocurre cuando las emociones que no expresamos se transforman en síntomas físicos, lo que no dices, lo que reprimes, lo que te tragas para no discutir o no llorar… el cuerpo lo guarda y, tarde o temprano, lo muestra.
Cuando el cuerpo se convierte en un espejo del alma
Cuando la mente no encuentra palabras, el cuerpo se encarga de hacerlo notar. Esa contractura que no se va, ese dolor de cabeza constante, el estómago cerrado cada vez que estás bajo presión… nada de eso es casualidad.
En consulta, muchas personas llegan buscando alivio físico y terminan descubriendo que lo que duele no está en el músculo, está en la emoción no resuelta.
La somatización emocional aparece cuando nos obligamos a ser fuertes, cuando reprimimos el enojo, o fingimos estar bien para no preocupar a nadie, creemos que si no hablamos del dolor, desaparecerá. Pero no desaparece; se traslada.
El cuerpo, con su sabiduría, se convierte en mensajero y cada síntoma es una forma de decir “algo necesita atención”. El problema es que aprendimos a tratar el dolor físico sin escuchar el emocional que lo provoca.
Cómo empezar a escuchar lo que tu cuerpo quiere decirte
Presta atención a tus síntomas sin miedo, pregúntate: ¿cuándo aparece este malestar?, ¿qué estaba sintiendo justo antes?, ¿qué emoción no estoy expresando?
No se trata de ignorar la medicina, sino de complementarla con conciencia emocional. El cuerpo y la mente no van separados; se hablan todo el tiempo.
Practica momentos de silencio para escucharte, escribe lo que sientes, llorar cuando lo necesites o hablar con alguien de confianza son formas sanas de liberar lo que te pesa.
busca ayuda profesional. Un psicólogo ayudará a que entiendas el origen emocional de tus síntomas y canalizarás lo que llevas dentro de manera más saludable.
Cuando empiezas a hablar de lo que callabas, el cuerpo ya no necesita hacerlo por ti.
El dolor pierde fuerza, la respiración se aligera, y esa sensación de nudo en el pecho comienza a soltarse.
Equipo Psiquiatras Online


