Es una de las conductas de riesgo más frecuentes en nuestros hijos. Accidentes de tráfico, sexo sin protección, violencia, dificultades académicas y adicción en la vida adulta son alguna de sus consecuencias. 

Tomar alcohol en la adolescencia no tan sólo aumenta el riesgo de desarrollar alcoholismo, sino también dependencia a otras drogas como el tabaco, la marihuana y otras sustancias psicoactiva.

Además, la presencia de alcohol en un cerebro en desarrollo es capaz de alterar los procesos neuromadurativos normales de la adolescencia. 

Entonces, ¿cómo prevenir?

  1. Poner límites y ser buenos modelos parentales: es esencial que los padres puedan poner límites claros en las cosas más relevantes. No criticar o prohibirles todo a los jóvenes, sino que escoger límites relevantes.  Por ejemplo, quizá no sea importante si usa los pantalones más abajo, pero sí lo es el límite de la hora de llegada a casa, saber dónde van, etc. 

Hay que ser explícitos en que NO pueden consumir alcohol antes de los 18 años, decirles que en nuestra casa se pueden hacer “juntas”, pero no se permite consumir alcohol. Para ello hay que crear redes, coordinarse con los padres de los amigos de los hijos, estar alineados y ojalá que todos los padres tengan las mismas reglas de no consumo, para que todos hagan fiestas sin alcohol. 

Hay que crear reglas familiares sobre el consumo de alcohol y determinar las consecuencias y por supuesto predicar con el ejemplo. Los adultos podemos tomar, pero con moderación.  

  • Afectividad y comunicación: debe existir un buen clima familiar donde predominen las emociones positivas como el cariño, amor, respeto y para eso hay que dedicarles tiempo a nuestros hijos. Tiempo en calidad, pero también en cantidad. Se aconseja por lo menos tener una comida juntos en familia al día, eso previene problemas de alcohol. 

Es importante mantener un diálogo continuo sobre las razones para evitar el alcohol.

  • Buen uso del tiempo libre: fomentar en el adolescente actividades que contribuyan al bienestar, tengan un sentido y puedan desarrollar valores. Por ejemplo, hacer voluntariados o en el deporte potenciar el valor del trabajo en equipo, de la perseverancia, etc. 

Estimular las juntas con amigos sanos, que no consuman alcohol. 

  • Manejo del estrés: muchas veces los jóvenes pueden recurrir al alcohol “como ansiolítico” en un intento fallido de manejar el estrés. Por esto es importante ayudar a los niños y jóvenes a reconocer cuándo están sobredimensionando un problema, ayudarlos a hacer evaluaciones más realistas, guiarlos en el desarrollo de otras estrategias para el manejo del estrés, que no sean recurrir al alcohol o drogas. Por ejemplo, meditación, mindfulness, deporte, etc. 

Si como madre o padre de un hijo adolescente te está resultando significativamente difícil manejar situaciones complejas con él o ella, no dudes en pedir apoyo profesional para acompañarte en esta crucial labor que requiere de mucho amor y firmeza. 

Psicóloga Daniela Espinosa 

Equipo psiquiatrasonline.com

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