• Augusto Leguía Sur 79, of. 407, Las Condes, Santiago de Chile

Cómo las heridas de la infancia siguen afectando tus decisiones adultas

Lo que viviste de niño no se queda en el pasado, crecemos, cambiamos, maduramos, pero las heridas de la infancia viajan con nosotros, se disfrazan de miedo, de desconfianza, o de esa necesidad constante de demostrar que vales. No lo haces a propósito; aprendiste a protegerte.

Cuando no se sanan, esas heridas guían tus decisiones sin que te des cuenta: eliges desde el miedo, amas desde la carencia y reaccionas desde el dolor.

Las marcas invisibles que moldean tu forma de vivir

Las heridas de la infancia no siempre vienen de traumas grandes, nacen de gestos cotidianos: un padre ausente, una madre sobreprotectora, palabras que te hicieron sentir insuficiente o momentos en los que no te escucharon.

De niño, no podías interpretar todo eso, solo aprendiste a adaptarte, y esa adaptación, que antes te ayudó a sobrevivir, hoy te impide avanzar.

En consulta, muchas personas descubren que su necesidad de control, su miedo al rechazo o su dificultad para poner límites vienen de esas experiencias tempranas.

Cada que eliges callar para evitar un conflicto, que buscas aprobación o te esfuerzas demasiado por complacer, estás actuando desde el niño que fuiste, no desde el adulto que eres.

Cómo empezar a sanar lo que quedó pendiente

Reconocer tus heridas no es quedarte en el pasado, es permitir que dirijan tu presente. Ve tus reacciones: ¿por qué te duele tanto que te ignoren?, ¿por qué necesitas tanto agradar?, ¿por qué te cuesta confiar? Detrás de cada respuesta hay una historia infantil sin resolver.

La sanación emocional se da cuando miras a ese niño interior con compasión, no con juicio, hazlo en terapia, escribiendo, o hablándole desde la conciencia adulta que ahora eres: “ya no estás solo, te escucho”. Poco a poco, lo que antes dolía se transforma en aprendizaje.

Equipo Psiquiatras Online


Agenda aquí
  • ONLINE
  • PRESENCIAL