Según estudios de la Organización Mundial de la salud, a nivel mundial 322 millones de personas padecen de depresión. La OMS estima que para 2020 esta será la segunda causa principal de discapacidad a nivel global, y la segunda causa de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años. Por razones tanto bioquímicas como socioculturales, se estima que las mujeres tienen cerca del doble de posibilidades que los hombres de presentar experimentar una depresión a lo largo de su vida. 

De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Salud, el 6,2% de las personas padecen depresión en nuestro país, con una prevalencia de 2,1% para la población masculina y un 10,1% en la población femenina, y afecta sobre todo al grupo comprendido entre los 45 y 54 años. 

Este es un problema al que como sociedad no le hemos dado la debida atención.

Los problemas de salud mental corresponden hoy al 22,9% de todas las licencias médicas que se emiten en Chile, y gran parte de ellas corresponden a licencias por depresión, por lo cual resulta posible concluir que, más allá de las causas particulares en cada caso, la depresión está teniendo hoy un impacto negativo en la productividad del país. 

Este trastorno se hace presente en aspectos una combinación variable de aspectos físicos, mentales, conductuales y subjetivos o “espirituales”, y se caracteriza por una sensación más o menos constante de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración. 

Esta sensación de tristeza prolongada en el tiempo puede o no ser desencadenada por un hecho lamentable en la vida del paciente – como puede ser una separación o pérdida de seres queridos- pero en general con los mismos pacientes quienes perciben que este sentimiento no tiene un origen específico, o se presenta como un sufrimiento desproporcionado en relación con el hecho gatillante, y que limita a la persona en el desempeño de sus tareas cotidianas.

En resumen, si sientes un sufrimiento o melancolía recurrente, que te está impidiendo desarrollar una vida normal, y que persiste por más de dos semanas, es el momento que consideres contactar a un psiquiatra para determinar con claridad qué es lo que está sucediendo. La vieja idea de que a veces la verdadera valentía está en reconocer que necesitamos ayuda no podría ser más cierta que en este caso

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