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Adolescentes sin motivación: ¿pereza o depresión escondida?

Es común escuchar que los adolescentes “no tienen ganas de nada”, que se muestran perezosos o que pasan demasiado tiempo aislados. Sin embargo, lo que muchas veces se etiqueta como flojera puede ser, en realidad, un signo de depresión. Distinguir entre una etapa normal de cambios y una alerta de salud mental es fundamental para poder ayudarlos a tiempo.

¿Pereza pasajera o depresión disfrazada?

Durante la adolescencia, es natural que haya altibajos en la motivación. El cuerpo cambia, la identidad se construye y las emociones parecen una montaña rusa. No obstante, cuando la falta de interés se vuelve persistente y comienza a afectar el estudio, la convivencia familiar y las relaciones sociales, es importante mirar más de cerca.

La depresión en adolescentes no siempre se manifiesta con tristeza evidente. Muchas veces aparece como desinterés, apatía o un cansancio que no se alivia con descanso. Lo que los adultos interpretan como desobediencia o desgano puede ser, en realidad, el reflejo de una lucha interna que el joven no sabe cómo expresar.

Ignorar estas señales bajo la idea de que “ya se le pasará” puede ser peligroso. Un adolescente que sufre depresión necesita comprensión y acompañamiento, no etiquetas que lo hagan sentir aún más incomprendido.

Señales de que no es simple pereza

Existen comportamientos que ayudan a diferenciar entre la falta de ganas típica de la edad y una depresión que requiere atención:

  • Desinterés constante: pérdida de entusiasmo por actividades que antes disfrutaba.
  • Bajo rendimiento escolar: dificultad para concentrarse, caídas notorias en las notas.
  • Aislamiento social: evita amigos, reuniones o cualquier interacción fuera de lo estrictamente necesario.
  • Cambios en el sueño y el apetito: duerme demasiado o muy poco, come en exceso o casi no come.
  • Irritabilidad o enojo frecuente: reacciones desproporcionadas que esconden malestar emocional.
  • Comentarios sobre vacío o inutilidad: expresiones que reflejan desesperanza.

Cuando estas señales persisten en el tiempo, es muy probable que no estemos frente a pereza, sino frente a un cuadro depresivo que necesita intervención.

La adolescencia ya es un periodo complejo por sí mismo, y atravesarlo con depresión lo vuelve aún más difícil. La buena noticia es que con ayuda adecuada se puede salir adelante. Reconocer las señales, ofrecer escucha sin juicio y buscar orientación profesional son pasos clave para acompañar a los jóvenes a recuperar su motivación y su bienestar.

Si notas que tu hijo o un adolescente cercano muestra estas conductas, no lo minimices. Te invitamos a pedir hora con nosotros y dar el primer paso hacia un acompañamiento que le ayude a reencontrarse con la vida.

Equipo Psiquiatras Online


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