Envejecer muchas veces significa ver cómo el entorno cambia más rápido de lo que uno puede adaptarse. Los hijos crecen, las amistades se dispersan, el ritmo de la vida se desacelera. Y lo que en un principio parecía tranquilidad, puede transformarse en una soledad profunda y silenciosa. Una que no siempre se nota desde fuera, pero que cala hondo por dentro.
La soledad en la vejez no siempre es física. Muchas veces es emocional: sentirse poco escuchado, poco útil, poco visto.
La pérdida del rol social y emocional
Durante gran parte de la vida, los adultos mayores fueron pilares: cuidaron, guiaron, sostuvieron. Pero al envejecer, muchos sienten que ya no tienen un lugar claro. Que dejaron de ser necesarios. Esa sensación de invisibilidad va debilitando su bienestar emocional. Y aunque vivan con otras personas, pueden sentirse solos.
La falta de diálogo significativo, la rutina sin estímulo, la distancia afectiva con los hijos o nietos… todo eso va dejando marcas. Se apaga la ilusión, se retraen, se llenan de silencios. Pero en lugar de pedir ayuda, muchos callan. Porque creen que “no quieren molestar” o que “así son las cosas al envejecer”.
Pero la soledad emocional no es una condición inevitable. Es una señal de que algo necesita ser atendido.
Acompañar emocionalmente también es cuidar
Estar con alguien no siempre es suficiente. Lo que más necesitan muchas personas mayores es sentirse verdaderamente escuchadas. Poder hablar de sus emociones sin ser interrumpidos, sin que les cambien el tema, sin que les resten importancia. Sentir que aún tienen voz, historia, presencia.
La terapia en la tercera edad ofrece ese espacio: un lugar donde pueden ser protagonistas de su relato, donde pueden expresar sus miedos, sus frustraciones, sus deseos aún vivos. A veces, basta con sentirse comprendido para que la soledad se alivie.
Si tienes un familiar mayor que parece haberse vuelto más callado, más apático, más distante, no lo des por sentado. Puede estar atravesando una soledad que no sabe cómo nombrar. Y si eres tú quien lo está sintiendo, recuerda: aún puedes ser escuchado, acompañado y valorado.
Tu historia sigue teniendo valor. Tu presencia sigue siendo importante. Y no tienes que atravesar esta etapa solo.
Equipo Psiquiatras Online