Los profesionales solemos emplear metáforas y alegorías para hacer más ameno el proceso de cambio. Una difusión efectiva mediante metáforas tiene el poder de transformar la manera de pensar de aquellos que creen que sus pensamientos negativos, irracionales y disfuncionales los definen como individuos.

En el ámbito de las metáforas de defusión, a menudo escuchamos a nuestros clientes expresar su sufrimiento mental a través de figuras retóricas. En terapias modernas y respaldadas por evidencia de eficacia, se hace un uso consciente de las metáforas. Estas, junto con otras técnicas de defusión cognitiva, buscan enseñar que no es imprescindible cambiar los pensamientos perturbadores para avanzar hacia una vida satisfactoria.

Las técnicas de defusión generan nuevas perspectivas sobre cómo enfocar y narrar el pensamiento, demostrando que no es necesario eliminar pensamientos angustiosos o contraproducentes para asumir el control de nuestras vidas de manera adaptativa.

Al igual que cualquier técnica, algunas metáforas utilizadas en la defusión cognitiva pueden tener un impacto terapéutico mayor en ciertos clientes que en otros. Sin embargo, en términos generales, el uso de metáforas de defusión influye positivamente en tres ejes fundamentales: la aceptación experiencial, los cambios cognitivos y conductuales.

Estas estrategias terapéuticas ayudan a identificar áreas de interés clínico con consenso significativo, como la motivación, el pensamiento, las relaciones y la flexibilidad psicológica, sobre las cuales se puede actuar mediante el uso de metáforas.

  • La primera estrategia implica ayudar al cliente a discernir (análisis funcional) la relación entre sus acciones y las consecuencias problemáticas que experimenta.
  • La segunda estrategia se centra en potenciar la capacidad del cliente para mantener una distancia observacional sin recurrir a conductas de evitación, comprendiendo cómo emergen pensamientos, emociones y sensaciones que provocan malestar.
  • La tercera estrategia consiste en desarrollar la habilidad del cliente para aclarar lo que es importante en su vida, diferenciándolo de lo que no lo es, y determinar acciones concretas que lo ayudarán a seguir la dirección deseada.

Es crucial recordar que no existe una «terapia de la metáfora»; su uso en psicoterapia contribuye a establecer coherencia con el contexto del problema y puede motivar al cliente a adoptar estrategias diferentes frente a sus pensamientos rumiantes. Las metáforas terapéuticas facilitan el aprendizaje de nuevas y útiles formas de abordar los conflictos que llevan a las personas a buscar ayuda profesional.

En los ejercicios experienciales de psicoterapia, proponemos diversas actividades que abordan los problemas que perturban al cliente y que esperamos sean beneficiosas para el proceso terapéutico. Las metáforas, ya sean creadas durante el diálogo terapéutico o preexistentes, son puentes efectivos para conectar pensamientos que necesitamos aceptar con acciones que pueden modificarlos, permitiendo al cliente avanzar hacia sus objetivos.

En resumen, es esencial que las metáforas de defusión generen un lenguaje que facilite el desenganche de pensamientos repetitivos. Deberíamos aprovechar el potencial terapéutico de las metáforas, ya sean generadas en la relación terapéutica o formen parte de la caja de herramientas del psicoterapeuta.

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