Una pérdida significativa en la vida puede ser profundamente dolorosa. La persona doliente puede configurarlo de una manera sana y esperable, pero también pueden aparecer síntomas más complejos que pueden patologizar o cronificar un duelo.

Un duelo es patológico cuando la persona no logra seguir con su vida de forma sana y este proceso incluso la invalida.

Una de las clasificaciones que más consenso ha adquirido establece cuatro subtipos de duelo complicado:

  1. Duelo crónico: pasa un año y la persona siente que nunca acaba. No termina de amoldarse a su nueva vida y sigue sin aceptar el dolor, la angustia o la ansiedad que siente al recordar la pérdida.

 

  1. Duelo retrasado o pospuesto: la persona puede negar el duelo haciendo como que nada ha pasado y luego de un buen tiempo se gatillan síntomas muy intensos de mucho dolor y pena.

 

  1. Duelo exagerado: Hay un desborde de dolor, pena y de rabia. Pueden aparecer conductas de evitación, consumo de drogas, alcohol, automedicación, aumento de carga laboral o académica, etc.  Es posible que la persona no logre que la pena y el dolor vaya en disminución, sigue manteniendo conductas reiterativas para avivar sus emociones, tales como hacer rituales diarios, centrarse en la pena e invalidar la aceptación.

 

  1. Duelo enmascarado: la persona presenta problemas físicos o realiza conductas que le causan dificultades, pero sin darse cuenta de que éstas tienen que ver con la pérdida no superada. Por ejemplo, puede experimentar síntomas físicos similares a los del fallecido antes de morir o desarrollar problemas psicopatológicos -ansiedad, trastornos alimentarios, etc- sin ser consciente que su malestar tiene que ver con el duelo no resuelto.

 

Cuando se da este tipo de complicaciones es necesaria la intervención terapéutica, que ha de identificar las tareas que no se han realizado y ayudar a la persona para que pueda llevarlas a cabo.

Algunas de las principales diferencias entre un duelo normal y uno patológico son:

DUELO NORMAL DUELO PATOLOGICO
Aparece a los días del fallecimiento o pérdida En el duelo retrasado: semanas o meses después

 

En duelos de negación: puede no aparecer

En cuanto a la intensidad, aparece la incapacidad durante días

 

 

La incapacidad puede durar semanas, meses e incluso años
Idealizar a la persona fallecida

 

 

Negar que la persona ha fallecido
 

Identificarse con el fallecido (imitando rasgos, características, etc)

 

Creer que es la persona fallecida

 

Oír la vos del fallecido, sentir el olor de forma efímera. Y luego entender que no es real

 

 

Alucinaciones complejas y estructuradas
Padecer síntomas somáticos parecidos a los que causaron la muerte de la persona fallecida

 

 

 

Creer que va a morirse de la misma forma que falleció su ser querido
Desarrollar conductas relativas al proceso del duelo, luto, visitas al cementerio, entre otros

 

Establecer conductas anormales para mantener el duelo; levantar altares, ir diariamente al cementerio, dormir con su pijama, entre otros.

 

En el caso del duelo normal no siempre es necesaria una ayuda terapéutica. Sin embargo, un espacio de escucha donde se logre dar cuenta de lo esperable en un proceso tan doloroso como éste, puede ayudar a establecer un avance y reforzar las herramientas que la persona tiene para ir progresando y aceptar de forma más sana este proceso

En el caso del duelo patológico es fundamental la ayuda de un profesional que logre guiar, abordar clínicamente y apoyar a una persona que no ha logrado superar su pérdida.

Psicóloga Bárbara González

Equipo Psiquiatras Online

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