En esta época de pandemia el placer y la diversión son escasos. La vida comienza a carecer de sentido y a veces nos preguntamos cuánto Netflix podemos ver.

No estamos acostumbrados a vivir en el presente. Estamos siempre pensando en el futuro o añorando el pasado. Tenemos miedo, ansiedad y preocupación constante por lo que el futuro nos depara. ¿Qué hacer? ¡Comer cosas ricas, obvio!

La comida es uno de los placeres más puros e incontestables de todo ser vivo. Sin embargo, no todos los alimentos son procesados de la misma forma por nuestro organismo.

Nuestros cuerpos están equipados con mecanismos de saciedad para las proteínas y la grasa. No podemos comerlas en exceso porque nuestro cuerpo nos hace saber que estamos llenos. El “pollo doradito” o el “pedazo de asado” que encontrábamos tan deliciosos cuando estábamos con hambre, se nos hacen casi repulsivos cuando el cuerpo ha consumido suficiente.

El problema con el azúcar y los almidones es que -como no son alimentos esenciales- el cuerpo no está equipado para decirnos que hemos comido suficiente. Podemos fácilmente comer una torta entera, una caja de helado o varios panes y papas.

Ustedes se preguntarán ¿por qué estoy siempre pensando en qué cosa rica quiero comer? ¿Por qué no puedo comer sólo un poco de estos alimentos? La explicación está en el efecto emocional que estos alimentos producen en nuestro cerebro.

Cuando comemos hay un punto de inicio y un punto término; se llaman hambre y saciedad y están muy estrechamente mediados por nuestros sistemas biológicos.

El placer por comer y beber

Tanto el alcohol como los carbohidratos son activadores increíblemente poderosos del sistema de endorfinas, al igual que la nicotina, heroína, metanfetamina y varias drogas.

A nivel subconsciente, ingerimos azúcar y almidones principalmente por el alto valor de endorfina que nos provee. Esta es la hormona del placer y naturalmente nos inclinamos a activarla lo más posible, principalmente cuando estamos estresados.

Y si hablamos de estrés, la situación mundial actual es extremamente agobiante. Sin mencionar nuestras propias circunstancias personales. Entonces ¿qué podemos hacer para aliviar nuestro estrés que no sea comer o consumir cualquiera de las otras drogas que activan nuestras endorfinas?

Es absolutamente apropiado -si eres una persona sana y has tenido un día difícil, estás ansioso o simplemente divirtiéndote- que actives el sistema de producción de endorfinas con un consumible -como una copa de vino- que pueda disipar esa tensión emocional que se acumula en nuestro cerebro tan sólo por el hecho de mantenernos vivos.

Pero sólo tiene valor -y no daña- si además tenemos una variedad de otras cosas que podemos hacer para activar el sistema de endorfinas para ayudarnos a lidiar con nuestras necesidades emocionales

El problema aquí es la falta de diversidad.  Nuestras vidas son estresantes y están llenas de demandas. Aunque seguimos tratando de ser productivos sin respiro, acumulamos toda esta tensión emocional sin tener una válvula de escape.

Entonces, descubrimos esta sustancia que nos brinda un enorme alivio. Euforia tranquilidad y relajación instantáneas Eso es lo que hacen los opioides -así como el alcohol, la nicotina y otras drogas- y eso es lo que el azúcar y el almidón hacen por nosotros. Nos relajan. El lado B es que generan negatividad, daño, culpa y represión de los mismos problemas que impulsan nuestras emociones.

A medida que nos volvemos tolerantes a nuestra sustancia favorita necesitamos más para obtener el mismo efecto y nos desconectamos cada vez más de nuestras emociones y problemas. Perdemos el control y la sola idea de hacer una dieta sería como pedirle a un alcohólico que beba menos.

Muchos de nosotros conseguimos controlarlo por un tiempo, pero fracasamos y volvemos a la adicción porque en nuestra caja de herramientas para el manejo de las emociones sólo tenemos nuestra sustancia -azúcar y almidón- y telarañas

A menos que las reemplacemos con mejores habilidades y herramientas, nunca podremos escapar de los carbohidratos y ésta es la razón principal porque las dietas no funcionan

Sólo asumiendo esta verdad elegiremos estar bien y aprender a manejar nuestras emociones de una manera saludable, sin carbohidratos, y podremos comenzar a sanar de esta adicción. De la misma manera que un alcohólico decide finalmente estar sobrio.

Psicóloga Marcela Collado

Equipo Psiquiatras Online

× ¿Tienes dudas?