Desde «chistes inocentes» hasta dar por sentado que una mujer desconoce cierto tema simplemente por ser mujer, la violencia de género opera de manera tan sutil que resulta impactante lo acostumbrados que estamos a ejercer y sufrir este tipo de violencia en nuestra sociedad. Este fenómeno ha llevado a muchas mujeres a levantar sus voces y denunciar la naturalización de los micromachismos y otras afirmaciones basadas en las relaciones asimétricas de género. La violencia de género puede adoptar diversas formas: física, verbal, psicológica, sexual, social y económica. En todas estas formas, la violencia de género tiene efectos psicológicos graves en las víctimas, tanto a corto como a largo plazo. Por este motivo, en este artículo exploraremos las principales consecuencias de este tipo de comportamiento violento.

Para entender qué se entiende por violencia de género, es fundamental abordar el tema desde diferentes perspectivas. La ONU, a finales del siglo pasado, definió la violencia de género como «todo acto de violencia sexista que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psíquico». Aunque esta definición ha sido globalmente aceptada, algunas autoras recientes han señalado que las definiciones prevalentes suelen buscar explicaciones individuales para el maltrato hacia las mujeres. Esto desatiende la importancia de la cultura y los valores sociales como factores determinantes de la violencia de género.

La violencia de género no se origina en actos aislados o en individuos «locos» o «enfermos mentales», sino que surge de una sociedad y una cultura que disponen sistemáticamente de la violencia como recurso para ejercer control sobre las mujeres. Los mandatos sociales, las instituciones que refuerzan las conductas estereotipadas y las relaciones de poder hacen que muchas personas reproduzcan este tipo de violencia sin cuestionarla. Esto no exime a los agresores de responsabilidad, pero destaca que la violencia de género proviene de una estructura social más amplia.

Incluso cuando la violencia se presenta de manera sutil, los efectos psicológicos son significativos. Examinaremos los efectos psicológicos más reportados en la investigación:

Baja autoestima

Las mujeres maltratadas desarrollan un autoconcepto negativo sobre sí mismas, minusvalorando sus necesidades, opiniones, emociones y proyectos. Comportarse de manera sumisa se convierte en una estrategia adaptativa en relaciones violentas, pero puede ser un obstáculo en relaciones saludables.

Hipervigilancia

La hipervigilancia es característica de la violencia de género, llevando a las mujeres a controlar cada uno de sus movimientos para evitar errores. Este mecanismo puede persistir en el tiempo, incluso cuando ya no es necesario, resultando en comportamientos desadaptativos.

Ansiedad

La ansiedad, útil para anticiparse a situaciones amenazantes, puede persistir sin un estímulo amenazante cercano en mujeres que han sufrido violencia de género durante mucho tiempo.

Trastorno de estrés postraumático (TEPT)

Estrechamente relacionado con la ansiedad, el TEPT es uno de los principales trastornos que afectan a víctimas de violencia de género. Reexperimentar la situación traumática, anestesia emocional y desapego son síntomas comunes.

Depresión

La violencia, tanto psicológica como física, es un factor de riesgo importante para la depresión en mujeres. Síntomas como dificultad para levantarse, pérdida de interés en actividades placenteras y rumiación son comunes.

Abuso de alcohol y sustancias

Como estrategia de afrontamiento, las mujeres pueden abusar de sustancias para suprimir los efectos psicológicos de la violencia.

Es crucial buscar ayuda en casos de violencia de género, pero salir de una situación abusiva puede ser complicado debido al poder ejercido sobre las víctimas y al temor a reacciones violentas. La internalización de la violencia y la amenaza real hacia la integridad de la víctima hacen que abandonar una relación abusiva sea un desafío.

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